miércoles, 15 de agosto de 2012

Exigimos respeto


Unos trogloditas nostálgicos de una España, España una, han pintado sobre el monumento en memoria de los centenares de asesinados por la dictadura franquista en Villarrobledo, sito en el aparcamiento posterior del cementerio municipal, sobre sus nombres, justo encima de la boca de un barrero donde yacen aun hoy un número indeterminado de personas, personas asesinadas sobre las que pintan "viva cristo rey", "rojos no" sobre sus nombres. 

Memoria y reflexión les falta, nostalgia de una larga dictadura que pisoteó durante décadas los derechos humanos, les sobra. ¿A qué persona buena y cabal le puede parecer bien que se escriban insultos en las tumbas? No olvidemos que algunos de los recordados yacen, 73 años después, fuera del cementerio debajo de ese suelo. 



Exigimos respeto, el respeto a los muertos que casi todos tenemos en nuestra sociedad. En una sociedad normal hasta los asesinos están en los cementerios; sólo los animales quedan fuera. Es inaceptable tratar de considerar que todos los fusilados tras la Guerra o durante ella son culpables de algo. En su inmensa mayoría fueron personas asesinadas en condiciones extremas por apoyar al gobierno legítimo y, en efecto, los habrá también con delitos de sangre; pero aún así no sería mala noticia hacer abstracción de esa circunstancia para todos, ya que los asesinos del bando sublevado contra la Constitución siempre estuvieron enterrados ‘como dios manda’. Es significativo que no se haya producido ningún acto vandálico en estos  más de setenta años en su cenotafio en el cementerio ni en el monumento que les recuerda en un parque de Villarrobledo. 

Los asesinatos, sean los que sean presentes o pasados, nos parecen sencillamente inaceptables. Se ve que a estos trogloditas no.

Parece que para estos individuos hay asesinatos aceptables y asesinatos inaceptables. En el cubo de acero de Villarrobledo vemos esa asunción de culpabilidad que el franquismo impuso a sangre y fuego, que está tan extendida en medios conservadores y que aún hoy se publicita, desde la ignorancia. Si extrapolamos los datos documentados del segundo centro de muerte de la provincia de Cuenca en los años 40, la cárcel de Uclés, más de un 80% de los republicanos allí asesinados no eran asesinos. No eran agresores, eran víctimas. Víctimas golpeadas, violadas, discriminadas, asesinadas por un delito flagrante de izquierdismo, de republicanismo de pensamiento, palabra, obra u omisión.

Lo que pretendíamos y pretendemos es simplemente un acto de equilibrio, de justicia. Desgraciadamente algunas cosas no pueden dar marcha atrás y la vida se perdió para siempre. Hoy apenas podemos darles dos cosas: reparación moral por aquella injusticia y un monumento que dignifique el lugar donde yacen en un aparcamiento. Un espacio con los nombres de tantas personas, donde puedan ser visitados de manera pública y tranquila, por sus conciudadanos, y donde sus familiares puedan ir en paz, con normalidad, en libertad. 

ARMHCUENCA ha trabajado mucho para que este espacio de memoria y reflexión fuera una realidad y lo hemos hecho con constancia, firmeza en nuestros principios y tranquilidad. Parece que se olvida que la realización de este monumento fue autorizada  a través de un convenio con el ayuntamiento por Pedro Antonio Ruiz Santos del PSOE, y asumida después por Valentín Bueno Vargas del PP, con plena normalidad democrática, lo cual les honra a ellos y nos honra a todos. El mes de marzo pasado el monumento del osario del cementerio de Cuenca sufrió un acto vandálico similar, que el ayuntamiento limpió de oficio en menos de 24 horas. Esperamos una actitud similar por parte del ayuntamiento de Villarrobledo, con el que ya se han mantenido contactos.  

ARMHCUENCA ha acudido a denunciar los hechos en tres ocasiones ante la Guardia Civil de Villarrobledo, no pudiendo efectuarse la denuncia de facto por fallos en el sistema informático, y haciéndose efectiva la denuncia en una cuarta visita al Cuartel. Esperamos se investiguen los hechos para identificar y tomar las acciones legales oportunas contra sus responsables.

En nuestra sociedad hay personas ignorantes, pero son muy pocas, como estos vándalos nostálgicos franquistas, las que hacen de la ignorancia una filosofía de vida. 

Más pedagogía y menos ladridos, menos pintadas, y sobre todo más respeto.

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